12 enero 2009

Elecciones europeas a la vista: al fondo a la izquierda

fuente: cafebabel.com



“¡Ya está bien!”, el nuevo lema de Jean-Luc Mélenchon y sus camaradas del recién creado partido de izquierda francés condensa el sentimiento de la extrema izquierda en Europa. No es ningún secreto que los socialistas sufren una profunda crisis de identidad que los paraliza. Lo que es peor, se hacen amigos del enemigo. La izquierda moderna se ve obligada al compromiso y a coquetear con la derecha o el centro-derecha para llegar al poder. Visto el panorama, no nos puede sorprender que algunos militantes no se sientan identificados.

Las disputas internas indignan a los extremos que responden a la crisis con sus propios medios, mediante la creación de formaciones política. Debilitados por el derrumbamiento del bloque comunista y la conversión al capitalismo de los países del antiguo bloque del este, desacreditados por el aparente éxito de la economía de mercado, los partidos de extrema izquierda entraban en las sombras. Ahora la situación ha cambiado: con el no francés y holandés al tratado constitucional, el no irlandés al Tratado de Lisboa y la grave crisis financiera, la necesidad de movilización social y la desilusión por el modelo capitalista, es la ocasión, ahora o nunca, de dar el salto de nuevo a la escena política.

En Francia, neo-comunistas revueltos

Nuevas formaciones comienzan a configurarse, compuestas de trotskistas, comunistas o anarquistas. Hasta tres partidos han sido creados recientemente bajo estas premisas solo en Francia. El portavoz de la Liga Comunista Revolucionaria, Olivier Besancenot, presenta el nuevo partido anticapitalista en enero de 2009. Un proyecto que se remonta a las elecciones presidenciales francesas de junio de 2007. Los actores de las luchas sociales y los ecologistas se unen bajo la misma bandera y se apoyan en la popularidad de su jefe de filas.

A esto hay que sumar el Partido de Izquierdas, creado por los disidentes del Partido Socialista francés Jean-Luc Mélenchon y Marc Dolez, en noviembre de 2008, tras el mal resultado obtenido por su propuesta en el congreso de Reims (asamblea trianual del Partido Socialista de Francia). Este nuevo partido se inspira en Die Linke, una formación alemana nacida de la unión, en junio de 2007, del partido estalinista de la antigua Alemania Oriental, el PDS, y de disidentes del SPD, partido socialdemócrata.

Dirigido por Oskar Lafontaine y Lothar Bisky, Die Linke pregona el antiliberalismo y el socialismo democrático. Miembro del partido de la izquierda europea (PGE) y del grupo de extrema izquierda europeo (GUE-NGL), contaba con 73.455 miembros en abril de 2008 y 54 de los 614 diputados del Bundestag. Mientras que el SPD es en caída libre en los sondeos y ve a sus electores alejarse, Die Linke reafirma su posición en la política alemana.

El antiguo jefe del Partido Comunista francés, Robert Hue, por su parte, presentó a mediados de diciembre pasado su ‘asociación política’ con el nombre de Nuevo Espacio Progresista (NEP). Se ha desmarcado de su camarada Mélenchon y habla de una “red de militantes en todo el país” que podría desembocar en “una nueva fuerza progresista”. Estos nuevos líderes de partidos desean todos “federar la izquierda”, cada uno por su parte. Hay algo que no cuadra…

En Europa en general, los “socio-demócratas” ocupan en raras ocasiones las portadas de la escena política nacional. Más bien “acompañan”, sobreviven por poderes aferrados a la oposición. En Eslovaquia, el partido socialdemócrata ha llegado incluso a unirse con un partido de extrema derecha en un gobierno de coalición. Mientras tanto, en España, Izquierda Unida (IU), coalición de partidos de izquierda, ha vuelto a situar a su cabeza hace poco a un líder comunista después de haber intentando aliarse con el PSOE de Zapatero. El nuevo líder de IU, Cayo Lara, ya ha anunciado una huelga si la política económica del gobierno “seguía así”.


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