"estamos lejos, en el fin de los fines, en donde un hombre colgado por los pies de una estrella, se balancea en el espacio con la cabeza hacia abajo.."
Vicente Huidobro (Temblor de Cielo)
Desciende la luz al palpitar la aurora
Entre las rendijas de mis dientes
Claroscuro el recipiente donde
martilla gozoso el garfio
desgarrando
miradas de un solo fílmico tapiz,
difuso y anémico
Loas desdibujan el apresurado aliento ecléctico
esparcido en el cristal
donde caminaban arabésquicos mis dedos.
Y no creo que mañana inculque en mis venas
unos gramos más de embate carbónico y sangre, que Monocromático
despeina amplios entes.
Pero mientras camine tieso encima de mi cabeza
―entre piojos― debatiente e intermitente entre amapolas
me dirás este vano reflejo de versos traspuestos
en el ojal de la camisa de fuerza
puesta en muestra en el museo de cera que deslumbra (o alumbra?)
Quizá después
anteayer quite dos legañas de mi ojo izquierdo
Y luego anteponga mi mano en tu vértigo de senos fríos
Mis manos ciegas se rigen con su bastónico caminar
al trazar los pequeños aeroplanos en mi boca
―desafiantes ante el opio que amarillenta la hoja en blanco―
aterrizan pálidos en impulso globular breve.
Cientos de lumbres aspiran el aire entre la cabeza
del cerillo que encendí ayer
para ver a través de las clavículas
del bastón que carga mis carnes roídas
por los inciensos de
la cosmo-párticula social
invasora a neurales fusos compases
del viento que sopla a la derecha
Inquietas voces salpican entre mis ojos
al no ver o no ser simplemente viendo
voces de humeantes alientos entre coxis
con la cerviz en erección en noventa grados
Los parásitos a veces arriesgan sus patas saltando
a velocidad de saltimbanqui
Pero es peor cruzar la calle en estos días y morir de rodillas
en el pavimento demarcado de paralelogramos en cruz.
Inmortalizo los esféricos espacios de algunos cuantos
días atrás
Limitándome a recorrer pálido en elípticos trastoques
ante este placer de morir despierto
con los ojos hormigueados directamente en el iris
Nací a los veintitrés años en el impávido ciclo del equinoccio
del sol austral
Revuelo tres veces y media la cabeza a la izquierda
Para aspirar por los poros inextinguibles filminas de par en par
--Respiro y exhalo unos pocos versos--
Cientos de cruces en salutación inclinan su vértice
Al no crecer del lado de la carpa circense de mis risas
asteadas de brincar con pantomimas inscritas en la sien
Los veranos aun no queman mis pupilas
Aunque el invierno ha inundado mis gélidos pies de hule
hediondos de emoción
aspiran una raya más de caminoina
Un tanto atrás y otro pos-adelante doy rienda suelta que
he erguido mi aliento en bocanadas de azufre superfluo
Y no obstante salpico de orines a las cucarachas
entre hendeduras
en algún tiempo inerte y depuesto en ceguera atemporal.
[Juego y revuelo
en lecho
del trecho al techo de
lechuza trucha que caza y embasa
la dichosa
orbe de asfalto. ]
Espera inerte –Y no te chupes los dientes-- al vate que nade
--con un par de entrañas oblicuas--
entre fuego de un vientre hambriento en gusanos de luz-espora.
Cae a mil bruces por segundo, multiplicado ello
por la luz desde el año que
no has cruzado
No sigas incrédulo, sólo sacúdete la nariz dos veces más
y verás
el i u iaia de los amaneceres inertes de tu columna acéfala
Cuelga y no aspires más
de la fogata que algún día describiremos
junto a la roca y el cincel
y donde los versos no
se diluyan entre tus brazos
y el sol sea una esporádica lumbre de cambio de octanos
Mas no escuches el cuchichear de los grillos
(estos chillidos alteran el sentido botánico de los enseres)
Más te vale soltar los zapatos de la mano
y brincar de deseo de aquí a otro mes
Cuando el ártico tire su bolla al mar y deambule sin rumbo
hacia nuestro esófago y destroce nuestro pudor de insigne marino
Voltea la voz del tiempo y marca tus creencias en una crisálida
Gloria a los gusanos que de este cuerpo se regocijan en el suelo
mas no saben que el veneno proviene
de lo inmaterial e impúdico de la lengua.