28 abril 2008

Reflexiones desde Time Square, Poeta en Nueva York

Al leer por primera vez Poeta en Nueva York de Federico García Lorca, comencé a encontrarme con ciertas interpretaciones —algunas demasiado desgarradoras— que iban, desde protesta social y contra del sistema Capitalista, hasta el resultado de su decepción amorosa de índole homosexual. Entonces di rienda suelta a una indagación y lectura exhaustiva de artículos en internet y libros de crítica sobre su obra, es así que surgen estos pequeños apuntes en forma aclaratoria, no más, de los grandes enigmas que se dejaron sueltos después de su trágica muerte, sobre el significado de este libro desde el punto de vista creativo e inspiratorio de este gran poeta español.

Razones literarias y no políticas para el origen de la Generación del 27.
Varias veces en la historia de nuestra civilización, se ha reducido el objetivo de una obra literaria bajo los intereses políticos e ideológicos o, en el peor de los casos, debido a la inexactitud histórica. Ese es el caso de Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca, texto que ha sido malinterpretado como una protesta agravada contra el régimen capitalista y la superficialidad en la que viven las grandes urbes norteamericanas. Connotación de origen socialista que fue planteada por algunos revolucionarios de la República Española, debido a la participación de Lorca en la Generación del 27, mal llamada “Generación de la República”. Por ello, no es difícil encontrar publicaciones que lo constituyan cono uno de los mártires del ya fracasado proceso revolucionario español. Después de muchas discusiones entre intelectuales y poetas integrados, rezagos biográficos y correspondencias extraviadas, sabemos que fueron razones de índole personal las que llevaron a concebir tan genial obra, al maestro de Granada.

Hay que tener en claro, que las razones que
impulsaron la unificación de la generación del 27 no fueron fuerzas de índole política, sino la pasión o admiración por la grandilocuencia estética y el sensorialismo extravagante y musical de Góngora , muy alejado del sentimiento de ruptura, pragmatismo y crítica política de los socialistas de la República Española.

Es más Los miembros de esta Generación jamás plantearon manifiestos o pretensiones extra-literarias. Lo que tenían en común era que todos admiraban a Góngora (en mayor o menor medida) como antes mencionaba, y aprovecharon la oportunidad para realizar un homenaje y fundar un nuevo espacio de difusión y crítica literaria. Y en 1927 es el año en que se realizan los homenajes a este célebre poeta español del llamado siglo de oro, y además la creación de La Gaceta Literaria, que sería el pódium para todas las producciones del grupo, que nunca pasó de ser un grupo de amigos escritores, preocupados por la difusión de las artes y la cultura (específicamente lo barroco y lo popular).
A modo de prueba está la conferencia que escribió Lorca en el tan mencionado año, y que leyó en su natal Granada. Esta conferencia que lleva por título “La imagen poética de Don Luis de Góngora”, es el texto que posee mayor importancia para definir entre muchas cosas a Góngora dentro de lírica española, a la poesía de la Generación del 27, y por último, y más importante, el credo estético-poético de Lorca.

A raíz de esta conferencia es que también debe juzgarse la posición teórica de Lorca, las ideas con las que se sustenta su universo poético en esta etapa decisiva de de su vida y su obra. Ya que en esta conferencia se deja apreciar su gusto por la distinción, ante todo, de la génesis y filiación de la imagen, que, como elemento básico del lenguaje, acerca, en lugar de separar, lo popular de lo culto, lo plebeyo de lo aristocrático. Porque el pueblo habla por imágenes sustentado en la afirmación de que ésta (la imagen) llega a extremos de finura y sensibilidad maravillosas, y las transformaciones son totalmente gongorinas .
Es por ello que se podría suponer que la Generación del 27 fue una forma de anestesiar la heridas generadas en la sociedad (específicamente los de procedencia más popular o lo que se conoce como la España profunda) por la sangrienta guerra civil española y el régimen franquista.


Poeta en Nueva York o la amalgama de imágenes que circundan lo emocionalmente hiriente y lo trágico de la metrópolis moderna.

Cuando García Lorca sacó en 1928 su Romancero gitano, pasó de ser un genio de las elites españolas a poeta de fama mundial. León Felipe lo llama en la prensa el “monstruo lírico del siglo XX", pero algunos círculos intelectuales señalaban que la repentina popularidad del Romancero era clímax y parte final de un discurso gitanesco, que había mostrado sus primeros pasos en el precoz Libro de poemas (1919-1921). Además, la etiqueta de poeta gitano —que tanto disgustaba a Lorca— se había expandido por todos los ambientes literarios y ya no había carta o comentario en que no se refirieran a él de esa manera. La súbita popularidad terminó por deprimirle. Se veía con la etiqueta de poeta gitano, y la etiqueta le desagradaba.
Su estado de ánimo al salir de España choca con el mundo neoyorquino. Resultándole una hipersensibilidad de todos los temas y subtemas, violenta deformación de los símbolos con ellos relacionados, de los recuerdos personales y la experiencia vivida.
Nueva York es entonces para Lorca una Ciudad-mundo y un símbolo patético del sufrimiento humano. Enjambres de ventanas, escaleras, oficinas, cristales opacos y grandes puentes. Vómito y orines multitudinarios. El signo de la ciudad es la alienación, en ella los objetos han ocupado el lugar de los seres humanos, lo muerto, en lugar de lo vivo. La misma Aurora sin apoyo posible en medio de lo hueco, está perdida y termina por integrarse al caos: La aurora de Nueva York tiene / cuatro columnas de cieno / y un huracán de negras palomas / que chapotean las aguas podridas. / La aurora de Nueva York gime / por las inmensas escaleras / buscando entre las aristas / nardos de angustia dibujada. / La aurora llega y nadie la recibe en su boca /porque allí no hay mañana ni esperanza posible (…) [La aurora. De Poemas de la soledad en Columbia University].
Es muy importante valorar el hecho de que la aurora, que representa las primeras horas del sol, está cubierta o resguarda por “cuatro columnas de cieno”, que nos aluden directamente al humo de las fábricas en Nueva York. Al decirnos esto, Lorca nos afirma una suerte de condicionamiento impresionista en relación con el cielo que observa. Esto se une y da sentido a algunos versos del primer poema del libro: Asesinado por el cielo. / Entre las formas que van hacia la sierpe/ y las formas que buscan el cristal,/dejaré crecer mis cabellos. (…) / Con todo lo que / tiene cansancio sordomudo / y mariposa ahogada en el tintero/ Tropezando con mi rostro distinto cada día. / ¡Asesinado por el cielo! [Vuelta de Paseo. De Poemas de la soledad en Columbia University].
Cuando hablo de una suerte de condicionamiento impresionista me refiero a que Lorca transforma su estado de ánimo a partir de las impresiones del ambiente. Pero, para no ser apresurados, revisemos el Lorca del Romancero Gitano, publicado apenas un año atrás. Se ven desde las barandas, / por el monte, monte, monte, / mulos y sombras de mulos / cargados de girasoles. / Sus ojos en las umbrías / se empañan de inmensa noche. / En los recodos del aire / cruje la aurora salobre. [San Miguel (Granada)]. Este es un Lorca que habla de otra aurora, de una “aurora salobre”, la de los campos, la de su libertad gitana.
El cielo gris es el que lo asesina y lo obliga a bajar a través de las columnas de cieno hacia el otro desdichado, pero este es un desdichado que no es asumido como un igual en su realidad social, sino como alguien en quien la desdicha (la del poeta), personal, íntima, se expande y alarga para usarse como material del poema. Los temas más marginales de la vida neoyorquina cobran vida en él para doblarse en la imagen, mas no en el discurso social.
Marginados, prostitutas y niños mendigos debieron causarle desolación como a cualquiera; pero en el fondo, son la excusa que utiliza Lorca para renombrar al mundo: Las tres ninfas del cáncer han estado bailando, hijo mío. / Trajeron unas montañas de lacre rojo / y unas sábanas duras donde estaba el cáncer dormido (…) [Paisaje con dos tumbas y un perro asirio. De Introducción a la muerte] …y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto / que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase. [Ciudad sin sueño. De Calles y sueños].

III

Debemos caer en cuenta de que el trabajo de este genial artista nunca fue de índole política. Cuando el 18 de julio de 1936 comienza lo que sería la Guerra Civil Española, Lorca se va a Granada, no sin antes decirle a su amigo Rafael Martínez Nadal: Me voy porque aquí me están complicando con la política, de la que no entiendo nada ni quiero saber nada. Soy amigo de todos y lo único que deseo es que todo el mundo trabaje y coma. Me voy a mi pueblo para apartarme de la lucha de banderías y de las salvajadas.
Definitivamente, todo análisis de esta obra y del poeta sería diminuto en relación con el universo creacional que este significa.

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Bibliografía

García Lorca, Federico. Poeta en Nueva York. Unidad Editorial S.A. 1999.
García Lorca, Federico. Poeta en Nueva York. Editorial Lozada. 2005.

García Lorca, Federico. Romancero gitano. Unidad Editorial S.A. 1999.

Sabourín Fornaris, Jesús. Mito y realidad en Federico García Lorca. Editorial Letras cubanas. 1984.

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