28 abril 2008

POESÍA MINIMALISTA


Paranoid park-Gus van sant (2007)

Sinópsis inadaptada

Con “Last Days”, la crítica dio por concluida la llamada “Trilogía de la Muerte” del director Gus Van Sant, iniciada en 2002 con la mala acogida de “Gerry”, film al que sucedió el éxito de “Elephant” (2003), vencedora de la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes de ese mismo año. Sin embargo, el actual realizador-icono de la esfera independiente americana ha querido ampliar este ciclo sumergiéndose, una vez más, en una desalentada psicología adolescente.
“Paranoid Park”, definida por el propio director como “una visión de 'Crimen y castigo' en el mundo de los adolescentes que practican el skate-boardrepite”, penetra en la mente de un joven adolescente melancólico, solitario, impertérrito hasta que un terrible suceso fortuito sacude todo su universo, sumergiéndolo en un agitado pantano de culpa y remordimiento. De este modo el protagonista, Alex, se hunde en un claustrofóbico cosmos adolescente en el que los adultos no tienen cabida.
Uno de los atractivos de este film radica en la soberbia dosificación de la información que nos ofrece un montaje muy particular, característico del nuevo cine de Van Sant, en el que se llevan a cabo inteligentes y frecuentes saltos temporales en torno a la acción clave del film.
Otro factor notable de la obra es la inserción de dinámicas escenas a cámara lenta de skaters en plena acción, rodadas en un exquisito súper 8 granulado bajo la dirección fotográfica de Rain Kathy Li. El resto del film, rodado en 35 mm con dirección de fotografía del australiano Christopher Doyle, se apoya en intensos y acompasados primeros planos sobre el mustio protagonista, el debutante Gabe Nevins, cuyo trabajo, afrontando un papel exento de exigencias interpretativas, es simplemente correcto.
La cámara acompaña al lacio adolescente a lo largo de lánguidos pasillos de instituto y tristes calles de Portland hasta el templo de las almas perdidas, Paranoid Park, “un lugar donde tienes la impresión de que, por muy mal que esté tu familia, siempre habrá alguien en una situación peor que la tuya”. Aquel lúgubre lugar, tal vez el único en el que nuestro protagonista se siente cómodo, será también testigo de la tragedia del joven.
Es realmente loable el trabajo de Gus Van Sant para lograr que la visión de un film con un ritmo esencialmente lento, escasos diálogos o narración y una historia tan sencilla se convierta en un auténtico acto de placer. ¿Cómo logra entonces Van Sant un resultado tan óptimo con un contenido tan limitado? A través de la forma, una brillante forma, un placentero experimento estético. Escenas de extrema belleza y profundidad psicológica, lugares que se convierten en personajes propios, tablas de skate que conforman dinámicas pinceladas sobre la pantalla. Y todo esto siempre acompañado de una banda sonora majestuosa, que en tantas ocasiones relega al personaje principal a un segundo plano. Es el triunfo de lo escueto, la divinidad de la sencillez. Una maravillosa poesía minimalista.

La culpa

Segundos después de ver esta película uno se siente cómplice. No me entiendan mal, pues aunque uno no haya hecho nada será, como espectador, complice único de un crimen.
Nadie más que uno mismo lo sabrá, pero serás capaz de verlos con otros ojos, de analizar con otra mirada, de hacer una síntesis de la radiografía de un culpable que lo está pasando jodidamente mal; de Alex, (porque el culpable tiene nombre y no piensa hablar). No apartés la mirada, no cerrés los ojos. Piensa en lo que ves, en lo que hay en los largos travellings (ya típicos de van Sant), reflexiona, pues si vos no lo haces nadie lo hará. Maravíllese con la dirección de fotografía de Christopher Doyle (que tanto ha ayudado al cine preciosista de Wong Kar wai) en otra faceta distinta; más áspera, real, cruda pero a fin de cuentas hermosa. Escuche; pues hay sonidos, hay música en este film que nos ayuda a entender estados de ánimo; muchos géneros distintos para una misma culpa.
Una carta, una epístola en llamas purificadoras para una culpa inconfesable. Un mundo difícil para nuestro protagonista. Hay problemas en el mundo, pero ¿porqué pensar en ellos sí los nuestros son ya una tortura?.
No agachés la cabeza mientras ves la película, no perdás de vista a Álex. Observa su conducta, sus expresiones. ¿Qué no ves nada?, mirá bien, hacete el favor y sucumbí ante la sutileza que se nos propone. En el Paranoid Park, en la ducha, mientras camina por la calles o el instituto.
No me llamen paranóico. No me invento nada. Todo (y lo que se me habrá escapado) está allí; en el encuadre. Háganse una pregunta: ¿hasta dónde estás dispuesto a ver la culpa?
Gus van Sant nos da las herramientas, Uno tiene la mente. Disfruta de esta magnífica
película.

¿Quién está preparado para ir a Paranoid park?

En Paranoid park se hace un trabajo de cámara sensacional creando atmósferas ensoñadoras bajo un envolvente montaje fragmentado. El desarrollo del guión focaliza casi en exclusiva sobre el hermético personaje de Alex al que se encuadra obsesiva y minuciosamente. El lugar del título tiene visos de metafórico punto de encuentro iniciático pero, pese a estar atestado de gente, lo único que parece ofrecer es aislamiento y abstracción.

Por momentos se alude a la guerra de Irak indicando lo paradójico del sentimiento de culpa cuando día tras día mueren tantas personas en contiendas absurdas, pero además la familia se presenta ya tan desmoronada que padres e hijos viven mundos paralelos y en las pocas ocasiones de diálogo entre ellos no se percibe afecto. El joven Alex tiene también poco que decir, ni siquiera el sexo despierta demasiado interés en él y descarga su energía a fondo únicamente con el skate.

Gus Van Sant afortunadamente vuelve a apartarse de la comercialidad y construye una pequeña joya de extraño poder y desalentador fondo, con corto metraje y, sólo en primera lectura, parco contenido.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

jodidos deabergas el skate lo disfrutamos tanto de una manera un poco dificl de explicar es algo que nos llena de alegria adrenalina y divercion de manera que los cabernicolas no lo pueden entender solo lo zatanisan sin nisiquiera aber tenido una experiencia skate esta pelical esta buena pero para mi abuela.

Anónimo dijo...

hagan una peli de esta calaña alos bmx

Anónimo dijo...

los skater de nic. no apoyamos ese tipo de pelicula.

Ernesto Javier Arana dijo...

No es que cuestione sus opiones, es más es un país libre y apoyo su opinión de que esta comunidad la repudian por hacer algo difernete a lo que está acostumbrado la sociedad yo tambieín sufro de este tipo de atacaques por ser poeta. la deberian de ver para que vean que este director logra imprimir de una manera no satanizada este apasionante mundo de las patinetas